Queridos amigos,
Al estar cerca de cumplir un año de vida pandémica en los EEUU, con la esperanza que nos promete la distribución de vacunas, esta también nos traera una predecible desigualdad en base a la raza y la clase social. Es asi que JHISN ofrece hoy una mirada a la historia y al futuro mas cercano. A través de esos titulares recientes que informan sobre el terrible número de trabajadores de salud filipinos que han muerto a causa del COVID-19, contaremos una historia menos conocida del colonialismo estadounidense y la emigración de trabajadores sanitarios desde países más pobres a países más ricos. Luego examinaremos cómo los defensores de los derechos de los inmigrantes están reaccionando a la amplia propuesta de la nueva administración para una futura ley de inmigración.
Como nosotros, es posible que Ud. esté buscando como pasar la primavera, sin olvidar la temporada de pandemia que hemos vivido y que aún no ha terminado. Esperamos que este boletín pueda proporcionarle algunas señales útiles.
Aspectos destacados del boletín:
- Comprensión de las muertes desproporcionadas de trabajadores de salud Filipinos de EEUU
- Ley de ciudadanía 2021 de Biden: Respuesta de los grupos defensores de los inmigrantes
1. Historia colonial detrás de las muertes por COVID entre los trabajadores de salud Filipinos
“Trabajadores de salud Filipinos han muerto tres veces mas aqui en EEUU que en Filipinas. Inmediatamente uno se da cuenta que algo anda mal” dijo Jollene Levid, fundadora del sitio conmemorativo Kanlungan.
Una oleada de dolor ha sobrecogido a las comunidades Filipinas de todo el país, ya que la muerte y la enfermedad de COVID cayeron de manera implacable y desproporcionada sobre sus miembros que trabajan en el cuidado de la salud. El cuatro por ciento de las enfermeras en los EEUU son de ascendencia filipina, pero representan casi un tercio de todas las muertes de enfermeras por la pandemia. Hasta el momento se sabe que 178 empleados de salud Filipinos han muerto, docenas de ellos aqui en la ciudad de Nueva York La enfermedad grave del COVID está muy extendida entre los Filipinos que trabajan en el cuidado de la salud, incluyendo doctores, trabajadores de hospitales, y los cuidadores de salud a domicilio. Este elevado número de víctimas es otro punto de inflexion amargo en la larga historia de dominio colonial y discriminación racista infligida al pueblo Filipino.
Estados Unidos arrebató a Filipinas de las manos del imperio español que se desvanecía en 1898, iniciando “una de las ocupaciones militares más brutales de la historia de Estados Unidos” (J. Ditz, HuffPost). Con la intención de aplastar el movimiento independentista Filipino, los ocupantes estadounidenses cimentaron su propiedad a través de una cruel guerra de contrainsurgencia de 15 años, empleando ejecuciones sumarias generalizadas, tortura y campos de concentración. Las estimaciones de las muertes de Filipinos a manos de los invasores estadounidenses oscilan entre cientos de miles y hasta un millón de personas.
Los administradores coloniales combinaron una brutal represión con programas sociales paternalistas para “elevar” el nivel de la población. El libro terminado de Catherine Choy sobre la compleja historia del colonialismo sanitario en Filipinas, “Imperio del Cuidado”, informa que los imperialistas llamaron “asimilación benigna” a la ocupación militar. Insistieron en que la población colonizada necesitaba la intervención de Estados Unidos para superar la suciedad y las enfermedades “incivilizadas”. A partir de 1907, se establecieron escuelas de enfermería en inglés para capacitar a los filipinos de acuerdo con los protocolos médicos norteamericanos, y dirigidos solo al reclutamiento de estudiantes mujeres.
Las escuelas de enfermería ayudaron a poner en marcha un patrón duradero de emigración de enfermeras filipinas, quienes dejaron sus hogares para trabajar en los sistemas de atención médica de todo el mundo. Después de la independencia de Filipinas en 1946, las enfermeras eventualmente se convirtieron en una de las principales “exportaciones” del país, elogiado por el gobierno como “héroes nacionales“ por el dinero que enviaban a casa.
Las remesas de los trabajadores migrantes, en su mayoría trabajadores de la salud, representan ahora aproximadamente el 10% del producto nacional bruto de Filipinas, por una suma de 15 mil millones de dólares al año. Algunas veces, incluso ahora durante la actual crisis de COVID, esta emigración ha creado una escasez devastadora y mortal de enfermeras.
Un gran número de enfermeras filipinas llegó por primera vez a los Estados Unidos después de 1965, cuando un sistema de cuotas de inmigración explícitamente racista y anti-asiático fue reemplazado por la Ley de Inmigración y Nacionalidad, que incluía disposiciones “basadas en habilidades“. La demanda de enfermeras se aceleró con la aprobación de Medicare y Medicaid, y aumentó aún mas durante la epidemia de SIDA de la década de 1980. Muchas mujeres blancas en los EEUU dejaron la enfermería y se abrieron paso en profesiones previamente dominadas por los hombres, creando una escasez adicional. Mientras tanto, la crisis económica, la devaluación del peso y el aumento de la violencia política en Filipinas empujaron a más trabajadores a emigrar. Para 2018, había 145,800 enfermeras filipinas registradas, junto con muchos otros trabajadores de la salud filipinos, viviendo en este país.
Como migrantes de color en los EEUU, y en su mayoría mujeres, las trabajadoras de salud filipinas se han concentrado en los trabajos de atención médica de “primera línea en ‘la primera línea’ “: atención de urgencia, cuidados intensivos, atención de ancianos, atención quirúrgica, etc. una fuente de orgullo para muchos de estos trabajadores, pero con resultados nefastos durante la pandemia, agravado aún más por la retención criminal de equipo de protección personal por parte de un sistema médico ávido de ganancias. Las estadísticas desproporcionadas de muerte de filipinos, en otras palabras, no son un accidente.
El 12 de junio pasado, Día de la Independencia de Filipinas, los residentes del distrito “Little Manila” de Woodside develaron un mural en la pared del restaurante Amazing Grace para honrar a los trabajadores de la salud filipinos. Incorporando un saludo tradicional tagalo, “¡Mabuhay!” (¡Bienvenidos!), Fue pintado por artistas locales y miembros de la comunidad utilizando detalles y temas de la cultura filipina. La activista Sockie Laya Smith leyó los nombres de los trabajadores de la salud filipinos que habían muerto de COVID-19. Hablando del mural, Smith dijo: “Esto es para recordarlos como seres humanos, no simplemente como un porcentaje de mano de obra, una estadística de fallecidos o un número de inmigrante. Estamos agradecidos, decimos tus nombres. ¡Mabuhay!”
¿QUE PODEMOS HACER?
- Visite el sitio conmemorativo de Kanlungan para los trabajadores de salud de ascendencia Filipina de todo el mundo, que han fallecido a causa de COVID-19. Si puede, considere hacer una donación para ayudar a mantener la pagina conmemorativa.
- Apoye y emplee a cuidadores de la salud de Damayan Workers Cooperative, administrado por trabajadores-propietarios Filipinos.
2. Viendo el alcance de la Ley de ciudadanía del 2021
El mes pasado, la Casa Blanca presentó un proyecto de ley al Congreso promovido como un “nuevo” Sistema de inmigración y control de la frontera. Pero el burdo título Ley de Ciudadanía del 2021 para ‘Proporcionar un merecido camino hacia la ciudadanía, abordar las causas fundamentales de la migración, administrar responsablemente la frontera sur, y reformar el sistema de visas de inmigrantes, y para otros fines’, suena como si estuviéramos en tiempos previos a Trump.
Cualquier proyecto de ley que no sea elaborado por el espíritu malévolo de Stephen Miller para infundir miedo, frenar la migración y orgullosamente racista, es un paso adelante. Pero eso por sí solo, no garantiza una corrección real, del rumbo de décadas de políticas de inmigración realmente cuestionables.
Algunos de los cambios propuestos, como reemplazar la palabra “alien” por “no ciudadano”, son pequeños pasos para abordar las políticas y procedimientos deshumanizantes y sistémicos del Departamento de Seguridad Nacional (DHS). A pesar de esto, todavía no hay un camino legislativo claro para eliminar el racismo desenfrenado, la supremacía blanca, y la misoginia dentro de la Patrulla Fronteriza y el ICE del DHS.
Las organizaciones no gubernamentales han hecho todo lo posible para resumir los detalles de la Ley de ciudadanía y explicar el alcance que tienen los cambios incluidos. La pieza clave de la Ley es un “camino a la ciudadanía que debe ganarse” al cabo de ocho años, para los 11 millones de indocumentados; y un camino acelerado de solo tres años para los Soñadores, las personas con estatus de protección temporal y algunos trabajadores agrícolas.
The New York Immigration Coalition (La Coalición de Inmigración de Nueva York) elogió el trabajo de los activistas que ha inspirado muchas de las características específicas del proyecto de ley. Angeles Barrancos, líder de la sucursal de Nueva Jersey de Make The Road, señala que la “presentación de la Ley de Ciudadanía del 2021, demuestra la fuerza de nuestro movimiento”.
Frank Parry, fundador de “America’s Voice”, que creó DHS Watch en el 2018, afirma: “Tenemos que darle un merecido reconocimiento a las personas que se han estado organizando desde cero durante los últimos 20 años” para que exista la Ley Biden, su trabajo ha hecho posible que “lo que alguna vez parecía un poco radical ahora ya se ve como de sentido común”.
Al mismo tiempo, grupos de defensa de los derechos de inmigración y otros grupos progresistas han dejado claro que hay mucho más por hacer y por exigir. El conocido activista Ravi Ragbir, cofundador de New Sanctuary Coalition, con sede en Nueva York, dijo a principios de febrero: “Aunque la administración de Biden quiere detener las deportaciones, una agencia oficial como ICE tiene la autoridad y el poder sin control para continuar haciéndolo”. Los miembros del Caucus AfroAmericano del Congreso han expresado su indignación porque el DHS está ignorando descaradamente las nuevas directivas de la Casa Blanca, mientras ICE continúa atemorizando a las comunidades de inmigrantes negros. Por ejemplo, ICE deportó a un inmigrante de Nueva York a Haití, aunque no había nacido ni vivido allí.
South Asian Americans Leading Together (SAALT), que incluye a grupos locales como Adhikaar, Chhaya CDC y DRUM, reconoce las “posibilidades que presenta esta legislación”. También instan al Congreso a abordar algunas de sus “disposiciones perjudiciales”, como la exclusión de los inmigrantes perjudicados por el actual sistema judicial racista y criminal, o por desalentar a los inmigrantes de acceder a servicios vitales mientras están avanzando hacia la obtención de su ciudadanía. SAALT también pide al presidente Biden que “transforme el sistema de inmigración teniendo en cuenta de manera explícita el cambio climático, la persecución religiosa y el creciente fascismo derechista”.
En cuanto a los elementos de política exterior de la Ley 2021, Alberto Velázquez Trujillo de Fe en Acción en Centroamérica dice, que a los $ 4 mil millones de “inversión” prometido para la región le debe hacer un seguimiento haciendo responsable a los gobiernos del uso que le vayan a dar”. “Si Biden quiere ayudar a Centroamérica, necesita más discernimiento sobre dónde se va a gastar ese dinero. Si solo va a dar dinero a los gobiernos [como lo han hecho las administraciones en el pasado], las cosas seguirán siendo igual”.
En general, no hay un resumen acordado de las ambiciones, las deficiencias y los peligros de la propuesta Ley de Ciudadanía del 2021. Todo esto está desarrollándose en tiempo real. La ACLU señala que “esta legislación proporciona una de las vías de mayor alcance hacia la ciudadanía y la residencia legal en la historia reciente”. Pero, lo que es más importante, también expresan sus preocupaciones: “[Nosotros] debemos … asegurarnos de que el Congreso apruebe una legislación que no traiga consigo los errores del actual fragmentado sistema legal, criminal y racista, ni que genere más despilfarro de fondos en tecnología para la frontera, lo que socavaría el derecho de todos a la privacidad”. -N. Shah, ACLU Statement, 18/2/21
¿QUE PODEMOS HACER?
- Cuando terminen las restricciones de COVID, ofrezcase como voluntario en CUNY Citizenship Now, o en cualquiera de las muchas clases de preparación ciudadana señaladas en Queens Public Library New Americans Corner.
- Conozca la visión de FIRM (Movimiento de Reforma de la Inmigración Justa) y únase al programa de esta organización comunitaria: Freedom Together
- Escuche el Redirect Podcast sobre política de inmigración para discutir cómo la administración Biden se ha quedado detenida por muchas de las políticas de la administración de Trump.
En solidaridad y con cuidado colectivo,
Red de Solidaridad con los Inmigrantes de Jackson Heights
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