Queridos amigos,
A medida que se intensifican los ataques racistas contra los inmigrantes de color en todo Estados Unidos, los líderes que apoyan a los inmigrantes están respondiendo. En Ohio, el Haitian Bridge Alliance ha presentado cargos penales contra Trump y JD Vance, por sus mentiras incendiarias contra los inmigrantes Haitianos que viven y trabajan en Springfield. Y NDLON (National Day Laborer Organizing Network) acaba de lanzar un vídeo en Instagram, desmintiendo la narrativa falsa en contra de la reciente llegada de inmigrantes que promueven odio y resquebraja la solidaridad entre las comunidades de inmigrantes.
Nos sumamos al llamado a la educación popular pro inmigrante, con un artículo que nos ayuda a percibir con mayor precisión las ‘estadísticas’ sobre el número de inmigrantes indocumentados en EEUU. Luego analizamos la pesadilla alimentada por los Republicanos en Springfield, con la mirada puesta en cómo ha ido avanzando la amenaza del fascismo dirigido contra los inmigrantes y otras personas históricamente marginadas.
Aspectos destacados del boletín:
- Enfrentemos el Miedo a las Grandes Cifras: Contando a los Inmigrantes Indocumentados
- Fascismo con Uniforme Marcha en Springfield
1. Un enfoque sencillo al recuento de la población indocumentada
La atención reciente se ha centrado en Ohio y las ridículas mentiras en las redes sociales amplificadas por Trump durante el debate presidencial. Los Republicanos se han obsesionado mucho con los haitianos que viven en Ohio legalmente a través del programa de Estatus de Protección Temporal (TPS). En Ohio, sólo 13,000 personas tienen TPS aprobado, o sea una décima parte (0.1%) del uno por ciento de toda la población del estado. Sin embargo, para el senador de Ohio J.D. Vance, esta minúscula población representa una “enorme tragedia” para la gente de su estado.
Esta situación de Ohio ejemplifica la dificultad de visualizar con precisión grandes cifras que describan a los inmigrantes. Es fácil para los políticos y los medios corporativos pronunciar cifras en millones que suenan preocupantes porque esas cifras no tienen ningún significado práctico en la mente humana.
Los Republicanos han aprovechado esa falta de viabilidad para argumentar que el número de personas aquí con y sin “autorización” es enormemente grande y es una amenaza. Aunque hay diferencias bipartidistas en torno a la inmigración, los Demócratas también han abrazado esa percibida “amenaza” de los inmigrantes, como se describe en su reciente propuesta y proyecto fallido de ley fronteriza.
Cuando se habla de inmigrantes no autorizados, las cosas se vuelven más turbias debido a la complejidad de los datos. Desde 1996 el gobierno federal ha publicado estimaciones oficiales—estos han sido cuestionados como un conteo rápido. Hay estadísticas compartidas por organizaciones que realizan investigaciones sobre inmigrantes—estos datos pueden entrar en conflicto según el sesgo de la organización. Sin embargo, hay un conjunto de datos públicos como el TRAC Data de la Universidad de Syracuse que permite a cualquier persona profundizar en los datos—esto requiere una comprensión de cómo analizar números. Todas las fuentes de datos requieren esfuerzo para encontrarlas, leerlas y comprenderlas. Los números vertidos por Donald Trump, o Tucker Carlson, son fáciles, simplistas y equivocados.
Pero a veces la simplificación puede ayudarnos a comprender la realidad.
En lugar de mirar grandes números, podemos hacer la siguiente pregunta: ¿cuántas personas hay en Estados Unidos por cada inmigrante indocumentado? Los datos de la Población estatal, el Pew Research sobre inmigrantes y una infografía de un gran empresa analista de datos ofrece una respuesta sencilla: en Estados Unidos sólo hay un inmigrante indocumentado por cada 65 personas. Inicialmente, esto puede parecer un montón de personas no autorizadas hasta que nos damos cuenta de que 1 de cada 10 es sólo el 10% de la población; 1 de cada 20 es sólo el 5%; 1 de cada 30 es apenas el 3,3%. Así que 1 de cada 65 es un mísero 1,5% de toda la población. Los Republicanos le están diciendo al 98,5% del país que se preocupe porque este pequeño grupo constituye una amenaza masiva para el bienestar de la nación. Como las poblaciones regionales y estatales difieren, es interesante ver cómo cambia la respuesta a esta pregunta según la ubicación que analicemos.
- Podemos comparar Ohio, donde hay 91 personas por cada individuo no autorizado (1,2%), con el estado de Nueva York que tiene 30 personas por cada individuo no autorizado (3,3%).
- En los cuatro estados fronterizos con México encontramos que hay un indocumentado por cada 28 personas. Esto representa sólo el 3,6% de las poblaciones de California, Arizona, Nuevo México y Texas combinadas.
- En los 16 estados que tienen frontera terrestre o marítima con Canadá, el número cambia a 1 de cada 89 personas. Eso es un poco más del 1% de todas las poblaciones estatales combinadas.
- De los 14 estados que limitan únicamente con otro estado de EEUU, el promedio es de 1 de cada 77 personas. Sólo el 1,3%.
- Para los 16 estados restantes, con frontera oceánica, las cifras cambian a sólo 1 de cada 44. Eso es sólo el 2,4% de esas poblaciones.
El número simplificado también cuenta una historia sobre los estados que tradicionalmente votan por un candidato presidencial Republicano o Demócrata, y los 7 estados indecisos en las próximas elecciones del 2024. En los 25 estados típicamente Republicanos vemos 1 persona no autorizada entre 81 (1,2%); esa cifra se convierte en 1 entre 40 para los 18 estados típicamente Demócratas (2,5%); y en los 7 estados indecisos hay 1 inmigrante indocumentado de 48 (2,1%).
Si las personas en estos estados indecisos pueden ver estas sencillas cifras, pueden llegar a comprender que las mentiras que Trump, Vance y muchos otros dicen obsesivamente acerca de que los estadounidenses están siendo reemplazados y en peligro por ‘ilegales’ inmigrantes no están respaldados por los datos. Con ese conocimiento, podrán votar con comprensión y no con miedo infundado.
2. Luego vinieron por los Haitianos…
Nuestro boletín del 17 de agosto sostuvo que la exigencia de deportación masiva de Donald Trump estaba en la vanguardia de un creciente movimiento fascista que está comenzando a incorporarse a la corriente principal de la política estadounidense. Ahora el ataque político racista contra Haitianos con documentos en Springfield, Ohio, deja claro que este veneno se está propagando rápidamente.
Lo esencial de la mayoría de los desagradables hechos de Springfield están bien documentados: las mentiras descaradas de Trump y Vance que alegan que los Haitianos se están comiendo las mascotas de otros residentes, las amenazas de bombas que paralizaron la ciudad; los pedidos de los obispos católicos y funcionarios gubernamentales, incluido el del gobernador Republicano, para que Trump y Vance detengan las dañinas falsedades y amenazas. Hemos sabido por los principales medios de comunicación que Trump ha redoblado su plan de deportar a los Haitianos de Springfield el Primer Día que salga elegido (a pesar de que tienen protección del TPS registrados a nivel federal), prometiendo que esto iniciaría una campaña de deportación masiva que, advierte, será “sangrienta.”
Algo que ha sido menos ampliamente reportado es la historia de la familia Weber, una historia que ocurrió al margen de las noticias nacionales. Lo que les pasó a los Weber es aterrador y dañino. Pero también ejemplifica cómo el odio antiinmigrante, y especialmente el odio hacia los inmigrantes negros, muta rápidamente más allá de la cuestión de la inmigración, abriendo la puerta a un aumento del activismo fascista que apunta a todos los grupos marginados, independientemente de su estatus migratorio.
Chelsea Shirk Weber dijo al Observador judío de Dayton que ella, su esposo y su hija de 4 años fueron a un Festival de Jazz and Blues en el centro de Springfield el 10 de agosto. Al salir de allí, vieron a un escuadrón del grupo neonazi Blood Tribu marchando en formación, con uniformes rojos, banderas con la esvástica y armas automáticas. Al escuchar a la gente gritar y otros ruidos fuertes, la familia se dirigió rápidamente a su automóvil. Pero cuando los Weber intentaron alejarse del tráfico, ellos y otros conductores fueron rodeados por cuatro miembros de Blood Tribu que apuntaron con rifles a sus autos. No se veía ningún policía cerca. “Regresen a la maldita África”, les gritaron los fascistas. El marido de Chelsea aceleró y se pasó un semáforo en rojo para escapar.
Blood Tribu reclama ser el autor de crear y difundir el rumor sobre los inmigrantes Haitianos comiendo mascotas, iniciaron su campaña en línea hace meses. Ellos consideran una victoria que la campaña de Trump (y el 53% de los partidarios de Trump) haya adoptado sus mentiras.
Crédito de la foto: Chelsea Shirk Weber.
Weber tomó una fotografía de algunos de los fascistas: la imagen de arriba. Cuando la publicó en las páginas de Facebook de Springfield y del condado de Clark, hubo una avalancha masiva de comentaristas de derecha que apoyaban a Blood Tribe o alegaban que la foto era falsa. Pronto eliminaron la publicación de Weber. Cinco minutos después, la ciudad de Springfield publicó una declaración tímida que expresaba “inquietud” sobre un grupo de odio que había entrado en la ciudad. El alcalde, Rob Rue, fue citado diciendo que “No pasó nada, excepto que expresaron sus ideas en base a los derechos de la Primera Enmienda. Nuestra División de Policía estuvo consciente y tuvo el control todo el tiempo”.
Weber no está de acuerdo:
“”Fue completamente decepcionante que el gobierno dijera: ‘Oh, simplemente estuvieron ejerciendo sus derecho de la Primera Enmienda y no hicieron ningún daño’. Dile eso a mi hija de 4 años, que está completamente traumatizada. Tengo 37 años y tenía miedo. ¿Cómo se lo explicas a una niña de 4 años? El Observador le proporcionó a la jefa de policía Elliott, una transcripción de la entrevista de Weber. A pesar de los repetidos intentos de comunicarse con Elliott para una entrevista de seguimiento, ella se negó a hacer comentarios”. —Dayton Jewish Observer, 22/8/24
Los acontecimientos de Springfield demuestran cómo Blood Tribe y otros fascistas como los Proud Boys y el KKK están utilizando ataques racistas contra inmigrantes y llamando a deportaciones masivas para elevar su perfil público, reclutar y normalizar su programa completo de odio contra las personas de color, las mujeres, las personas LGBT, los judíos y los izquierdistas. Y los campos de concentración que los fascistas esperan construir para millones de indocumentados están destinados a muchos otros percibidos como enemigos también.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
- Donar a Springfield Centro de Ayuda y Apoyo de la Comunidad Haitiana.
- Consulte la investigación de Shane Burley sobre el fascismo estadounidense actual en Why We Fight.
En solidaridad y con cuidado colectivo,
Red de Solidaridad con los Inmigrantes de Jackson Heights (JHISN)
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