Queridos amigos,
A medida que se aleja el otoño, reflexionamos sobre los tiempos de lucha que experimentan los inmigrantes en nuestra comunidad y lejos de ella. En este boletín, celebramos una temporada de disminución de la deuda de los taxistas, como resultado triunfante de años de organización resuelta, sacrificio y profunda solidaridad. Y desafiamos el renacimiento de la política de austeridad, que pretende mantenernos congelados en un invierno de injusticia, y desigualdad de ingresos. Como acaban de mostrarnos los taxistas, es mentira que Nueva York “no puede permitirse” atender las necesidades de la clase trabajadora residente en la ciudad.
Puntos destacados del boletín:
- Finalmente, disminución de la deuda para los taxistas de NY
- Eso de “No podemos pagarlo” es una gran mentira
1. La victoria de los taxistas se hizo “realidad”
En noviembre pasado, los taxistas bailaron en las calles, dando fin a una ronda ininterrumpida de 40 días de protesta frente al Municipio y una huelga de hambre de 15 días. “¡Ganamos!”, declaró Bhairavi Desai, directora de la Alianza de Taxistas de Nueva York (NYTWA), que representa a 20,000 conductores, en su mayoría inmigrantes. Esa histórica victoria de los trabajadores aseguró una promesa de millones de dólares para disminuir la deuda de los taxistas.
Hace dos semanas, la NYTWA, los funcionarios de la alcaldía y los políticos marcaron un hito en la lucha en curso, al anunciar en un comunicado de prensa que se habían cancelado $225 millones de préstamos a los taxistas. El programa Medallion Relief, lanzado en agosto del 2022 con fondos federales, ha permitido hasta ahora que más de 3,000 taxistas elegibles de la ciudad de Nueva York disminuyan sus préstamos hasta un máximo de $175,000, préstamos que habían sido originalmente de $500,000 o más.
Es solo gracias a la lucha persistente y disciplinada de los conductores que el gobierno de la ciudad finalmente accedió a brindar ayuda para un problema que ella misma ayudó a crear. JHISN informó hace un año sobre el papel cómplice de la ciudad en la creación del escándalo de la aplastante deuda de los conductores de taxis:
“… Las agencias de la [C]iudad estafaron a miles de propietarios-conductores. Primero, crearon a sabiendas una burbuja insostenible en los precios de los permisos para taxis (medallones), y alentaron los préstamos depredadores, dejando a los conductores ahogados en deudas cuando estalló la burbuja. Luego, la ciudad permitió que decenas de miles de autos no regulados de Uber y Lyft, sin pagar permisos funcionaran con sus propias tarifas. La pandemia asestó el golpe final. En medio de una ola de ejecuciones hipotecarias forzadas, nueve conductores se suicidaron.”—Boletín JHISN 16/10/21
El representante de la Asamblea de Astoria, Zohran Mamdani, quien apoyó a la NYTWA durante su lucha de años por justicia económica, celebró el acuerdo histórico que finalmente “cobró vida” ahora. Pero también recordó y honró la vida de los taxistas perdidos por la crisis:
“Si bien nunca podremos traer de vuelta a nuestros hermanos, aquellos que se quitaron la vida debido a este horrible sistema de deuda. Sus familias siempre deben saber que sus luchas, sus historias, son la razón por lo que estamos aquí hoy, quitando la deuda de las espaldas de otros conductores… Fue por lo que pasaron y como compartieron su lucha con el mundo, que somos capaces de garantizar que no perderemos un solo conductor más en la misma lucha”. –Z. Mamdani (QNS, 27/9/22)
¿QUÉ PODEMOS HACER?
- Apoyen a la Alianza de Taxistas de Nueva York con una donación u ofrezca su tiempo como voluntario.
2. La gran mentira
A medida que el dinero federal de ayuda para la pandemia comienza a retroceder por el espejo retrovisor, las élites políticas de Nueva York están reviviendo un mantra muy conocido: “no podemos pagarlo”. Las comunidades de clase trabajadora están siendo destrozadas por la falta de vivienda, las enfermedades, el desempleo, la crisis de salud mental, las escuelas en ruinas y la inseguridad alimentaria, pero no se puede hacer mucho porque según dicen “no podemos pagarlo”.
En el fondo de nuestras mentes, todos sabemos que este mantra es una mentira. El dicho de “No podemos pagarlo”, es solo otra excusa para la desigualdad de ingresos. Existen más de $3 millones de millones en riqueza privada solo en la ciudad de Nueva York, más que la que existe en casi todos los países a excepción de algunos. Hay más gente rica aquí que en cualquier otra ciudad del mundo. Y el 1% de los residentes de la ciudad de Nueva York “gana” aproximadamente el 90% de todos los ingresos. Literalmente, no hay nada que estas personas no puedan pagar. Pero ellos no tienen intención de dar su parte a la sociedad.
Bloomberg, un vocero de la oligarquía desde hace mucho tiempo, lo interpreta cínicamente así: “El futuro de Ciudad Gótica se decidirá por cuántas de estas personas súper ricas permanezcan después de que termine la pandemia… Pagaron $4.9 mil millones en impuestos locales a sus ingresos, que constituye el 42,5% recaudado del total del impuesto a los ingresos”. Mmm. ¿El 90% de todos los ingresos, pero el 42,5% de impuestos? ¿Es esta la idea de los ricos de una tributación progresiva? ¿Se dieron cuenta de la velada amenaza, de que podrían abandonar la ciudad si les pedimos que paguen más?
La hipocresía del “no podemos pagarlo” es cruda y, sin embargo, forma parte ahora del discurso político de Nueva York. El alcalde Adams acaba de declarar un “estado de emergencia” porque la ciudad más rica del mundo “no puede permitirse” alojar a desesperados solicitantes de asilo u otras personas sin hogar. Al mismo tiempo, los derechistas designados para la Junta de Normas del Alquiler, entregaron a los propietarios los aumentos de alquiler más altos desde los años de Bloomberg. No les importa si los inquilinos que enfrentan el desalojo pueden “pagarlo” o no. Antes de que los autobuses de inmigrantes comenzaran a llegar desde Texas, Adams ya había reducido el presupuesto de las escuelas, luego ordenó a todas las agencias de la ciudad reducir los gastos en un 3% para el próximo año fiscal. Estos recortes, en una época de una inflación tan alta, serán devastadoras para las familias de la clase trabajadora.
A nivel estatal, rige la misma hipocresía. Este otoño en Albany, más de 100 grupos lucharon por ayuda para 175,000 trabajadores inmigrantes excluidos. En vez de lograrlo, vieron cómo el estado que dice “no podemos pagarlo” decidió desembolsar $600 millones para subsidiar un estadio deportivo propiedad de un multimillonario del norte de New York. La gobernadora Hochul y Adams también están proponiendo, miles de millones en exenciones de impuestos para la remodelación de Penn Station, para beneficiar a sus donantes del mega negocio inmobiliario Vornado Realty.
Se espera que los grupos defensores de los inmigrantes y otros grupos de base acepten la austeridad de suma cero: compitiendo por una fuente de financiación artificialmente limitada. O más bien lo que queda en el bote después de que el gobierno pague a la policía militarizada, los subsidios para las inmobiliarias y los intereses para los bancos. (Casi la mitad del presupuesto de $100 mil millones de la ciudad de Nueva York se destina al servicio de la deuda). Batalla tras batalla, los organizadores luchan para sacarle escasos servicios sociales a un gobierno tacaño, o suplicar fondos de donantes, fundaciones y organizaciones benéficas.
Esto no tiene que ser así. Crear nuevos impuestos a la gran riqueza y a los ingresos de los superricos para satisfacer las necesidades de la clase trabajadora de Nueva York es fundamental para la justicia social, incluida la justicia para los inmigrantes. Los oligarcas avaros y egoístas, que exigen deferencia y trato especial, nos están robando nuestro futuro momento a momento. Cuando recuperemos lo que nos están robando, será obvio que “podemos permitirnos” una sociedad justa y próspera, una en la que los migrantes no sean una “emergencia”, sino que podamos darle la bienvenida a nuestros nuevos vecinos.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
- Únase a las coaliciones que luchan para imponer más impuestos a los ricos, como #OccupyTheHamptons y #TaxtheRich.
- Exija que sus funcionarios públicos hagan algo con respecto a la desigualdad de ingresos, en lugar de simplemente hablar de ello.
En solidaridad y con cuidado colectivo,
Jackson Heights Immigrant Solidarity Network (JHISN)
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