Boletin de JHISN 17/08/2024

Queridos amigos, 

Los saludamos en un momento inesperado de esperanza, en el que el control de Donald Trump sobre la política estadounidense muestra signos de debilitarse. El boletín de hoy analiza dos cuestiones relacionadas a la migración, tema fundamental que usa Trump para atraer seguidores y que afecta también el futuro del activismo progresista. Nuestro primer artículo confronta la demanda nacional de deportación masiva que hace Trump y su conexión con el fascismo. Pasando a los acontecimientos locales, nuestro segundo artículo explora el trato insensible que la administración Adams dió a los solicitantes de asilo, y a antiguos residentes con los dos grandes refugios para migrantes en Clinton Hill. Ambas historias resaltan la necesidad de una política proinmigrante sin complejos que vaya más allá de la postura defensiva y poco entusiasta de los Demócratas.

Aspectos destacados del boletín:

  1. Normalizando una Demanda Fascista para la Deportación Masiva
  2. El alcalde Adams le Falla a los Migrantes con los Refugios en Clinton Hill


1. Envenenando la sangre

“Aquellos que pueden hacerte creer cosas absurdas, pueden hacerte cometer atrocidades”.Voltaire

En lo que bien puede ser el momento más repulsivo de la temporada de una campaña repugnante, miles de delegados de la Convención Nacional Republicana en Milwaukee zapatearon, agitaron carteles impresos, y corearon rítmicamente su deseo por una “Deportación Masiva”. Inquietantemente, según una encuesta de Axios/Harris, aproximadamente la mitad de la población estadounidense, incluidos muchos Demócratas, comparten este sentimiento. Es difícil superar la impactante crueldad de esta ola de odio. Pero debemos pensar en sus causas y afrontar sus implicaciones para prepararnos para lo que pueda venir.

Hacer de la deportación masiva un tema de debate generalizado representa una victoria para los fascistas estadounidenses, que durante años han promovido una  teoría del “Gran Reemplazo”: la creencia de que las élites corporativas, supuestamente dirigidas por judíos, tienen la intención de reemplazar a los blancos con inmigrantes no blancos, para destruir “la nación blanca”. Pero la deportación masiva es también la punta de lanza de un ataque más amplio contra todos los grupos oprimidos y todas las luchas por la justicia social. ¿Cómo sería la vida para quienes ya están sujetos a la violencia estatal, los crímenes de odio, y la discriminación social, si el ejército, la policía y escuadrones de ICE deambularan por las calles para llevar a cabo esta atrocidad? 

Es evidente que muchas de las personas que hoy exigen deportaciones masivas no se consideran fascistas. Y muchos aún no están preparados para respaldar los gastos de las deportaciones masivas o su implementación práctica: tropas en las calles, control de documentos, campos de concentración, familias separadas. Estas cosas todavía son ampliamente impopulares. Así que, en este punto, la demanda dominante de deportación masiva tiene una cierta cualidad retórica. Como lo dijo un encuestador, los ciudadanos enojados están “enviando un mensaje”. Esos delegados republicanos en Milwaukee disfrutaron coreando un eslogan fascista que violaba todas las reglas, tratándolo como si fuera una engañosa amenaza contra los inmigrantes y las elites condescendientes.

Pero no es un engaño para los fascistas dentro y fuera del Partido Republicano. Tienen la intención de tomar el poder y han elaborado planes específicos para localizar, arrestar y deportar hasta 20 millones de inmigrantes. Ahora han logrado persuadir a la mitad de la población para que dé al menos apoyo retórico a lo que debería ser impensable. Si los fascistas toman el control, estos millones que los apoyan se verán obligados a enfrentar la violenta realidad de su odioso lema de “Deportación Masiva”.

Repitiendo como un eco escalofriante a Adolf Hitler, Donald Trump dice que los inmigrantes están “envenenando la sangre” de Estados Unidos. En realidad, él se está proyectando. Es la supremacía blanca, que él manipula y encarna la que envenena la sangre de este país, permitiendo oleada tras oleada de odio racial y religioso, genocidio e imperialismo. Este veneno ha producido ahora otro espasmo de nativismo mezquino y un nuevo movimiento fascista en ascenso. Debemos desafiarlos a ambos, directa y abiertamente, antes de que sea demasiado tarde.

2. Falta de Servicios Municipales en los Refugios para Inmigrantes de Clinton Hill

“Mi equipo y yo hemos estado trabajando en esto durante la mayor parte del año, hemos invertido todos los recursos y la energía que tenemos que podemos invertir en ello. Pero él [el alcalde Adams] francamente tiene más recursos, más personal y también más respuestas que yo”. Crystal Hudson miembro del Consejo Municipal (Distrito 35 de Brooklyn)  

Cuando autobuses llenos de solicitantes de asilo y otros migrantes comenzaron a llegar a la ciudad de Nueva York en el 2022, el alcalde Adams, de conformidad con los requisitos del derecho a la vivienda de la ciudad de Nueva York, buscó desesperadamente lugares donde alojarlos. Un sitio elegido fue 47 Hall Street en Clinton Hill, Brooklyn. Se inauguró en julio de 2023 sin ningún anuncio público ni comunicación con los líderes locales. Este complejo de edificios múltiples, administrado por NYC Health+Hospitals, llegó a albergar a 3,000 adultos solteros y familias en 8 meses.

El refugio fue un shock para los residentes locales. Sin embargo, el vecindario respondió a la “enorme necesidad insatisfecha” con artículos personales básicos y jackets de invierno, y pronto llegaron donaciones al PS/IS 157 para ayudar a los estudiantes recién llegados y a sus padres. En contraste con esta ayuda compasiva, hubo un incremento de las quejas sobre la basura, el ruido y la vagancia, especialmente cerca de los parques infantiles y las canchas de basketball. Los residentes no estuvieron satisfechos con la respuesta del municipio a sus quejas.

Luego, en abril, la ciudad abrió otro refugio de emergencia para migrantes a una cuadra de distancia, en la 29 Ryerso Street con capacidad para 700 personas—nuevamente sin anuncio alguno. “Escuchamos rumores al respecto, pero nadie nos dió información directamente o en las reuniones del concejo comunitario”, dijo un residente de Clinton Hill desde hace 20 años. Otros vecinos se quejaron de no poder utilizar las canchas de baloncesto ni encontrar espacio en las lavanderías locales. “Cuando la ciudad no proporciona a los inmigrantes los recursos que necesitan, como lavadoras y espacios abiertos, y eso empieza a afectar los recursos de los residentes, entonces digo que hay un problema”, dijo otro residente local, Vernon Jones.

El 17 de junio, Crystal Hudson, miembro del Consejo Municipal de Nueva York, celebró una reunión comunitaria sobre los refugios. Algunos asistentes la acusaron de ignorar las quejas de la comunidad. En respuesta, Hudson explicó a la multitud enojada que había escrito un carta abierta al alcalde Adams el 6 de mayo detallando los problemas, la respuesta de su oficina y citó la asistencia de grupos comunitarios como BKLYN Combine, Black Alliance for Just  Immigration (BAJI), la Coalición de Inmigración de Nueva York (NYIC), y One Love Community, así como los negocios y residentes locales.

El alcalde sostiene, con razón, que los inmigrantes necesitan permisos de trabajo. Pero también necesitan información sobre los servicios disponibles, especialmente los servicios de salud mental y apoyo lingüístico. Muchos de los recién llegados proceden de África occidental y hablan idiomas como Wólof, Fula y Bambara. Hudson dijo que su oficina se había puesto en contacto con One Love Community Fridge, cuyos numerosos voluntarios africanos pudieron brindar traducción y servicios a inmigrantes en Clinton Hill, Fort Greene, Prospect Heights y Crown Heights. 

La Alianza Negra para una Inmigración Justa (BAJI) ha estado apoyando a los inmigrantes proporcionándoles ropa, artículos de cuidado personal y una variedad de programas de capacitación a los residentes del Hall Street Shelter y del Stockton Street Respite Center en Bed-Stuy. Nekessa Opoti, directora de comunicaciones de BAJI, dijo que muchos refugios como Hall Street no están equipados para apoyar a los negros solicitantes de asilo, especialmente aquellos que han huido de la guerra, el conflicto o la violencia política.

“Organizaciones comunitarias como BAJI han intervenido donde tanto el gobierno municipal como el estatal han fracasado. La policía, la seguridad privada y la vigilancia en estos refugios no pueden y no brindan atención culturalmente competente e informada sobre el trauma, como servicios de salud y salud mental, manejo de casos y navegación comunitaria en los que las organizaciones de servicio directo y de ayuda mutua han dado un paso adelante para asumirlo …” 

El 23 de julio, poco después de dos tiroteos cerca de los refugios, hubo una gran manifestación de protesta por los continuos problemas en la calidad de vida de los residentes permanentes de Clinton Hill, con carteles que decían “400, no 4,000”. Lo que dijo un residente por 13 años en la calle Hall, Un refugio para 200 a 400 personas es razonable. Estamos felices de tener un refugio al final de nuestra cuadra, lo que no funciona es simplemente su tamaño”. El alcalde respondió en su conferencia de prensa, Cuando dicen que muevan el refugio, mi pregunta es ¿adónde? ¿A qué comunidad debería mudarlo? ¿Los que ya están sobresaturados? ¿O deberíamos todos compartir la carga de esto?

Aunque Adams se negó a reducir la capacidad de los refugios (actualmente en 3,100 y 850), aumentó la presencia policial en los refugios y se agregaron detectores de metales en el refugio Ryerson.

Murad Awawdeh, presidente de New York Immigration Coalition comentó:

“También hemos estado pidiendo al alcalde que deje de almacenar a personas vulnerables en refugios de emergencia y comience a trasladar a las personas a viviendas permanentes, ampliando la elegibilidad de los CityFHEPS vales para los neoyorquinos, independientemente de su estatus migratorio, para que realmente puedan echar raíces y crear vidas autosostenibles aquí. El alcalde debe dejar de invertir en costosas soluciones con poca visión y comenzar a priorizar la seguridad de la comunidad invirtiendo en los recursos que las personas necesitan para prosperar”.

Está claro que, además del alojamiento físico, los inmigrantes recientes necesitan información proporcionada por la ciudad sobre los recursos disponibles, como clases de inglés gratuitas, tarjetas IDNYC e información del metro. Esta información está disponible en el Hotel Roosevelt, ¿por qué no en Clinton Hill?

¿QUÉ PODEMOS HACER?

En solidaridad y con cuidado colectivo,
Red de Solidaridad con Inmigrantes de Jackson Heights (JHISN)

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